domingo, 14 de abril de 2013

Aquellos partidos de la II República

Recuerdo que en las clases de Historia en mi escuela pasábamos meses estudiando la antigüedad clásica, el Imperio Romano (mi preferido), la Edad Media, la conquista de América, la Ilustración (esta un poquito menos), la independencia de las colonias y al final llegábamos a la España moderna que, en mi caso, siempre terminaba con la I República. La Transición, un siglo después, era un camino brumoso y confuso del que apenas se tocaba nada. La explicación oficial es que se nos había acabado el tiempo lectivo y por tanto había que resumir las cosas en un par de puntos.

Una pena. Sólo conociendo nuestra Historia podemos endender nuestro presente y es una obviedad que los últimos 100 años de un país tienen más peso que los cinco siglos anteriores, aunque de todas las épocas se pueda sacar algo. El problema es cuanto uno más excarva en la historia recente de España más cínico y antipatriota se vuelve. Quizás por eso en mi colegio, que era un colegio privado laico pero con cierta inclinación a la derecha, decidieron obviar este período turbulento y polémico de nuestra Historia.

La Guerra Civil es un asunto que despierta en mí una mezcla de curiosidad y de tristeza. Curiosidad porque cuanto más aprendo de la II República y del Alzamiento de Francisco Franco más clara se me hace la situación actual que estamos viviendo en España. Me despierta tristeza porque pienso, aun a riesgo de pecar de idealista, que la II República fue seguramente el intento más honesto que tuvieron los españoles de reinventar su historia y de construir una sociedad libre. A tenor de los resultados es evidente que fracasaron, pero sus intenciones y lucha por el país tienen mi simpatía.

En su libro, 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, el historiador americano Stanley G. Payne hace un análisis bastante completo del conflicto, con sus motivos y sus consecuencias. Una de las cosas que me llamó la atención a la hora de ver la realidad política existente en los años 30 es la variedad de fuerzas que configuraron el Parlamento de nuestra República. Una consecuencia, supongo, de lo joven que era nuestra democracia, impermeable por entonces al bipartidismo reinante en la actualidad.

En el centro de todas las fuerzas estaba el Partido Republicano Radical, con gente como Alejandro Lerroux (su fundador), Niceto Alcalá-Mora o Miguel Maura. El PRR fue un actor principal de la República, como lo fue la UCD durante la Transición. Curiosamente, o no, ambos partidos terminaron defenestrados tras un Golpe de Estado.

En la izquierda moderada estaba Izquierda Republicana, otro partido del que poco queda ya. Si se me permite diría que son el equivalente a nuestra actual Izquierda Unida, aunque con matices, dado que Izquierda Republicana era más bien un partido de "izquierda burguesa". Un partido fiel al sistema pero con carácter progresista. Su lider fue Manuel Azaña, uno de los personajes claves de la República. Un hombre que le puso buena fe a cada error de los múltiples que cometió durante su mandato.


En el extremo izquierda existían fuerzas como la Comisión Nacional de Trabajadores o el Partido Comunista de España. Ambos buscaban una revolución de las clases humildes. Si bien la CNT sigue combativa y se mantiene hoy en día más o menos fiel a sus ideales originales el PCE fue "absorbido" por Izquierda Unida y sus líderes se dedican a pregonar las virtudes de la Transición y sus consensos a punta de pistola del ejército.

Entre la izquierda moderada y la ultraizquierda estaba, en un terreno extraño, el Partido Socialista Obrero Español. Sí, el PSOE. Poco o nada queda ya del partido que fundó Pablo Iglesias. Por aquel entonces era un partido profundamente antisistema, que buscaba crear una República Socialista.