El día 31 de agosto nos embarcamos en una pequeña aventura, algo no muy premeditado. Todo comenzó con un relato de un compañero de trabajo y acabó con unos billetes a Milán.
Salimos desde Santiago en vuelo directo con Ryanair que esta vez si se esmeraron un poco y pude entrar más o menos bien en los asientos. En el vuelo siempre me toca tener alguna anécdota y viajamos con un italiano muy simpático que nos fue comentando cosas de Milán, remarcando sobre todo el Castillo Sforzesco, il Duomo y sobre todas las cosas el lago Como. Pasaron las tres horitas escasas de vuelo y nos vimos en Milán, tras una visita previa a un calabrés que es casi como un hermano dormimos allí.
Al día siguiente, como íbamos en plan ahorrador, llevamos dos mochilas, una cada uno, y que fueron nuestras compañeras a lo largo de todo ese día por Milán mientras daban las 7 para recoger nuestro coche de alquiler en el aeropuerto.
Milán es una ciudad europea más, con un barrio precioso, el de Brera, y algunos grandes edificios y monumentos. Entre ellos, los ya mencionados anteriormente , la catedral "Il Duomo" y el Castillo Sforzesco, éste último me decepcionó un poco creo que en España los tenemos bastante mejores.