Sí, la victoria de
España en el
Mundial nos alivió más que alegrarnos. Como un examen que se te atraganta durante años en la Carrera. Cuando lo apruebas lo primero que sientes es que te has quitado una losa terrible de encima. Luego aparece la alegría y cuando es compartida llega la euforia.
Al día siguiente leía los periódicos, hablando de nuestra gesta, de lo cojonudos que éramos y de lo bien que habíamos jugado. Y me acordé de todas aquellas portadas del pasado cuando España se iba a casa en los mundiales
"antes de tiempo". El "No lloreis", el "Porca Miseria", el "Este Mundial da asco", ...
Me puse a procesar en mi disco duro todos los recuerdos que he ido almacenando de España en la historia de los Mundiales (y de las Eurocopas, que para mí eran prácticamente la misma cosa). Durante años se había ido grabando a fuego en mi cabeza una frase que resumía mis sentimientos hacia la Selección:
"España nunca ganará un Mundial".
Es algo que desde siempre he oído decir a los cobardes que iban con
Brasil o
Alemania para pillar cacho, también lo he léido estos últimos días en los foros plagados de niñatos quinceañeros a los que no deberían ponerles internet en casa y, sobre todo, lo he sentido como una puñalada cuando año tras año veía a España caer de todas las formas posibles sin hacer nada relevante.
Inspirado por
esta gran entrada de Álvaro en LPD, me animé a escribiros aquí mis recuerdos de los Mundiales. El primer Mundial del que creo recordar algo es
Italia 90. Principalmente por el clásico juego oficial para
Megadrive y porque la gente iba diciendo por ahí que "por culpa del maricón de
Michel que se agachó nos fuimos a casa".
Mi primer Mundial. USA 94 (Usar y tirar)
El 94 fue un año futbolístico muy jodido para mí. Posiblemente el peor de todos. Con mis 11 añitos venía yo de derramas todas mis lágrimas por el Penalty que falló
Djukic y, como soy medio masoquista, me puse a seguir los derroteros de la Selección (por aquellas no era la Roja) para ver si me dan una alegría. Decían los medios de entonces que España era la polla en verso. LLevaba no-se-cuanto tiempo invicta en amistosos y estaba muy alto en el ranking FIFA. Además, dos años antes habíamos ganado la medalla de Oro de Fútbol en las Olimpiadas. Lástima que prácticamente nadie de ese equipo jugase con la absoluta. Pero bueno, el caso es que España era favoritísima total, a pesar de no haber hecho nunca nada en un Mundial. Yo, en mi ingenuidad, me creía todo.
"Si los periódicos dicen eso será porque es verdad..."
Empezamos bien aquel Mundial americano contra
Corea del Sur. O eso pensaba yo al acostarme por la noche. Me dijeron mis padres que íbamos 2-0 ganando y que me fuese a la cama y dejase de joder. Al día siguiente me levanté y lo primero que me dijeron es que al final España había empatado. "¿Cómo que empatado?" pregunté. Pero si íbamos 2-0 y se iba a acabar. Resulta que los corenaos y su mítico "Caballo loco" nos jodieron al final, que es cuando más duele. Ahí fue cuando empecé a preguntarme si realmente España era favorita para algo más que para irse a casa a las primeras de cambio.
Luego vino el partido contra
Alemania. A mí el fútbol de los de los alemanes me parecía una puta mierda (como casi siempre), pero en casa todo el mundo decía que eran la hostia en verso y muy competitivos así que me contagiaron su miedo.Con todo, nos adelantamos con
un gol de Goicoetxea de centro-chut ("centro" fue lo que pensó hacer, "chut" lo que le salió) que gritamos como locos en el salón de mi casa, a pesar de ser territorio merengue. Por desgracia, en la segunda parte
Zubizarreta decidió hacer su número de los mundiales y cantó como un campeón ante el típico gol estúpido que te meten los alemanes siempre. Empate a 1 y gracias.
Contra
Bolivia había que ganar por lo civil o lo criminal. Y se ganó, sí. Pero no por lo civil. Cuando peor está el partido nos regalan un penalty que anota
Guardiola. Luego
Caminero -el único jugador español al que había visto hacer algo decente en un Mundial- mete dos buenos chicharros y se acabá el partido. Por cierto, fijaos en este
video-resumen del partido, como al anotar Guardiola ni dios se le acerca a darle un abrazo, ni tan si quiera un cachete "sin mariconadas". Desde luego, aquel era un equipo unido, una balsa de aceite.
Luego tocó golear a la "todopoderosa"
Suiza de
Chapuisat y
Sforza. Aquel partido lo vi en casa de unos amigos de mis padres. La chavalada allí, repartida entre mandriles y culetes, discutía cuál de los dos equipos aportaba mejores jugadores a la Selección. Discusión clásica cuandd se trata de ver los partidos de España. Clásica y absurda, pensaba yo desde mi posición neutral de Deportivista:
"¿Por qué saca tanto pecho esta gente si esta selección juega como el puto culo?". A pesar de mi inocencia, yo ya iba tanteando lo que iban haciendo el resto de selecciones para poder aferrarme a otro equipo cuando España. La cosa no podía acabar bien.
Nos despedimos de aquel torneo contra
Italia. Vale que tuvieron rabo, vale que nos tangaron descaradamente el penalty a
Luis Enrique, vale que no lo hicimos tan mal dado nuestro potencial. Pero, joder,
Salinas.
Esas hay que meterlas. Y más contra Italia.
Cuando vi al "bueno" de Julio cagarla estrepitosamente alguien el salón mencionó algo de un tal
Cardeñosa. Luego nos eliminaron y yo más cabreado que una mona escuchaba la radio deportiva buscando aliviarme. Con el paso del tiempo me pregunté qué hubiese hecho
Carlitos el del
Oviedo de tener esa ocasión.
Clemente sabrá... Menos mal que estas cosas nos las tomamos
con humor.
Eurocopa 96: Ni siento ni padezco
De la Eurocopa 96 apenas recuerdo nada, a pesar de tener más edad. El motivo es que Clemente me parecía tan gilipollas y el juego de la selección tan asqueroso, que ni me molesté en seguir los partidos. Salvo contra
Inglaterra (que fue animado por un diario sensacionalista inglés) no sé qué más hicimos. Ni que decir tiene que en el partido frente a la pérfida albion, España nos deleitó con su principal habilidad en las fases finales:
Ser el campeón moral. Que le dimos un baño a los ingleses, que nos anularon goles, que no nos pitaron penalties. En fin,
excusas teníamos a mansalva. Esa es otra de nuestras señas de identidad. Al final Inglaterra nos echa en penalties y yo tan pancho.
(Próximamente la segunda entrega: El debut mundialista de Raúl y la Testiculina de Camacho)