sábado, 18 de mayo de 2013

The Damned Mouriño (I): Luces en Londres, sombras en Madrid

Ayer día 17 de Mayo perdía José Mouriño la que será posiblemente su última final como entrenador del Real Madrid. Lo hacía de forma dolorosa, ante el máximo rival regional (el Atlético de Madrid) y en el feudo donde depositan los merengues sus sueños, sus esperanzas y también sus cáscaras de pipas: El Santiago Bernabeu. No sólo fue triste perder el partido sino la forma cruel en que se hizo: con Cristiano desquiciado y tirando por tierra todo el crédito que había ganado en el último año, con Ozil fallándolo todo al más puro estilo Higuaín y, sobre todo, con el retrato difuminado de una plantilla que acabó enbroncando un partido que perdió por sus propios deméritos.

Aunque a mí la imagen que más me chocó fue la de Mouriño mirando desde el banquillo el partido como un espectador más. Nada que ver con su colega rival Simeone, que no paraba de arengar, protestar y dar instrucciones a los suyos desde la banda. Nada que ver con el propio Mouriño tres años antes, en la final de Mestalla frente al F.C. Barcelona de Guardiola. Mouriño era ayer un hombre completamente desilusionado con su trabajo. Rodeado de decenas de miles de personas y sintiéndose solo e insignificante ¿Cómo pudo el mejor entrenador de los últimos tiempos terminar así su andadura en el mejor club del pasado siglo? Para ello habrá que retrotraerse unos cuantos años.

Cuando Mouriño consigió de manera sorpresiva la Champions de 2004 con Oporto, los grandes clubes de Europa no tardaron en poner su mirada en aquel entrenador joven, competitivo, algo arrogante y ante todo mediático, que parecía destinado a ser uno de los protagonistas de las próximas décadas. El Chelsea del magnate ruso Abramovich, descontento con su predecesor en el cargo Claudio Ranieri, acabó por llevarse el gato al agua, iniciando así un idilio entre entrenador y aficionados que ha perdurado hasta nuestros días y que tiene todos los visos de resurgir dentro de unas pocas semanas, cuando Mou se largue (o le larguen) de la capital de España.

Los ingleses, que a diferencia de nosotros tienen muy presentes a sus leyendas, vieron en Mouriño un reflejo del mítico entrenador Brian Clough, famoso por logros irrepetibles en los setenta, tales como ganar una liga con el modesto Derby County o dos Copas de Europa con un club provincial como el Nottingham Forest, del que se decía hasta hace no mucho, que tenía más Champions que el Barcelona. Yo comparto esa comparación Clough-Mouriño y creo que en algunos aspectos, tanto su personalidad como sus carreras guardan ciertas simitudes. El "fracaso" de Mou con el Madrid recuerda al de Clough al frente del Leeds United y solo el tiempo dirá si este gran tropezón es la antesala de un triunfo final (similar al de Clough con el Nottingham Forest, que es casi como justicia poética) o el entierro definitivo de José Mouriño, que viene de firmar la peor temporada de toda su carrera como entrenador.

Michael Sheen es Brian Clough en The Dammed United

Luces en Londres, sombras en Madrid

La llegada de Mou a Londres revolucionó la capital británica y puso patas arriba la Premier, dominada absolutamente por el Manchester United de Alex Ferguson. Tirando inteligentemente del talonario (algo que también caracterizaba al bueno de Clough) Mouriño configuró un equipo a base de grandes incorporaciones (DrogbaRobbenPetr Čech, Ricardo Carvalho, Tiago) que, sumados a los ya presentes (Lampard, Terry, Makélélé) se convirtieron durante un trienio en la escuadra dominadora de Inglaterra y un claro aspirante a la gloria continenal. Por cierto, muchos de esos hombres han tenido un papel crucial en los éxitos más recientes del Chelsea, como la Champions 2012 o la Europa League 2013.

En el primer año de la era Mou, el Chelsea ganó la Premier (un título que el club londinense no lograba desde hacía cinco décadas) de manera brillante: Batieron el record de victorias, unicamente perdieron un partido y sólo concedieron 15 goles durante toda la temporada. En Europa, los blues también dieron la talla, llegando a semifinales por primera vez en su historia, dejando en la cuneta al Barcelona de Rijkaard y al Bayern Munich entre otros. Casi nada. Fue por aquel entonces que Mouriño se ganó el apodo de "The Special One".

En su segundo año Mou y los suyos revalidaron el título liguero, aunque esta vez fueron eliminados en la Champions frente al Barcelona. En la tercera temporada del portugués al mando del Chelsea, se hicieron nuevos fichajes de renombre (Shevchenko, Ballack, Ashley Cole) con el fin de levantar de una vez por todas la orejona. No pudo ser, de nuevo los blues se quedaron a las puertas de final y de nuevo quien le privó fue el Liverpool de Rafa Benítez.



El Madrid, por su parte, había iniciado con la marcha de Del Bosque en 2003, una larga travesía en el desierto que le ha acabado por convertir en el equipo segundón de España, en detrimento del Barcelona. El por aquel entonces presidente de la casa blanca, Florentino Pérez, decidió prescindir de los servicios de su entrenador a pesar de haberse logrado en la temporada una digna liga y llegar a unas semifinales de Champions. ¿Los motivos? Nunca quedaron claros. En su día se habló de descontrol en el vestuario, de dinero, ... incluso se escribió que el señor Pérez, más preocupado por hacer negocios en el palco que por la  faceta deportiva del club, buscaba para el banquillo alguien más mediático, con más glamour. Todo con el objetvo final de producir merchandising y aumentar el presupuesto del club.

A toro pasado es evidente que aquella fue la peor decisión deportiva de un presidente blanco desde el fichaje de Prosinecki. En su día no parecía tan claro y la merengada estaba dividida. Es cierto que con Del Bosque el Madrid había ganado 2 champions y 2 ligas, pero el rendimiento de la plantilla durante aquellos tres años y medio había sido irregular (o se ganaba una cosa o se ganaba la otra). En pleno proceso de descomposición del Barcelona (por aquellas en una situación similar a la del Madrid hoy en día) tras la era Van Gaal y la dolorosa marcha de Figo al eterno rival, los Galácticos del Tito Floren dejaron escapar bastantes títulos domésticos frente a rivales en teoría inferiores (se perdieron ligas y copas ante a Dépor y Valencia entre otros). Más aun, internacionalmente el equipo tiró a la basura finales contra equipos mediocrillos como el Galatasaray o el Boca Juniors, simplemente por falta de intensidad.


Para muchos aficionados y para el propio Florentino, aquello guardaba mucha relación con la filosofía de Del Bosque, muy poco proclive a buscarse líos con los pesos pesados del vestuario y dejarles gran parte (por no decir la totalidad) del poder. Los que ahora le dedican odas y le bailan el agua en su tiempo lo llamaban despectivamente el alineador. En aquellos tiempos de "libertad" los marrones que tendrían que quedarse en el terreno de juego, se los comió el presidente, que tenía que escuchar a escuchar a Zidane diciendo que Figo no le pasaba la pelota, o ver como mes tras mes Ronaldo acumulaba grasa y líos de faldas, sin que nadie le diese un toque de atención.

La puntilla fue la celebración apática de los jugadores en el título de liga por orden del capitán Fernando Hierro,  dejando al presidente y a los fans con un palmo de narices y la sensación de que los jerifaltes del vestuario hacían lo que les daba la real gana. Fue esta una desconsideración que el presidente no toleró. El caso es que Del Bosque y Hierro se largaron y con ellos lo hicieron otros miembros de vital importancia en la consecución de las últimas Champions como Makélélé, Morientes o McManaman. Tierra quemada, que dirían algunos.

E. Honda
El sucesor de Del Bosque fue el ayudante de Ferguson, Carlos Queiroz. Una decisión avalada (no lo olvidemos) por ese inventor del fútbol moderno y gran madridista que es Jorge Valdano. Lejos de traer disciplina desde el banquillo, aquello fue el pistoletazo de salida al Madrid triturador de entrenadores que conocemos hoy en día y que poco tiene que ver con Mouriño. De toda esta banda, quizás Queiroz fue precisamente el menos malo. LLegó a la final de Copa, lideró la liga durante gran parte de la temporada y fue eliminado por el Mónaco en cuartos de final en una eliminatoria extraña donde la afición del Bernabeu, fiel a su estilo baboso, aplaudió a rabiar el gol del exiliado Morientes (que a la postre sería vital para la remontada del equipo galo).

Durante los cuatro años siguientes el Madrid hizo suya la costumbre visigoda de destuir la cabeza gobernante cada pocos meses y firmó a seis entrenadores, superando a todo un experto en la materia como Jesús Gil. Al "segundo de Ferguson" le sucedieron por este orden:
  1. Camacho el breve
  2. Mariano García Remón
  3. Wanderlei 'Cuadrado Mágico' Luxemburgo
  4. López 'Zaragoza 6 Madrid 1' Caro
Ni que decir tiene que en esa etapa no ganó ningún título y que, como todos saben aunque algunos traten de tapar, fueron eliminados en octavos de Champions. Todo ello aderezado con humillaciones como el 6-1 ante el Zaragoza (con Iker Casillas bajo palos) o el 0-3 contra el Barsa (también con Casillas), que nos dejó una imagen de señorío blanco para la posteridad:



Entre medias, un sobrepasado Florentino había huido del cargo, sucediéndole Ramón Calderón tras ganar las elecciones con la inestimable ayuda de los Ultra Sur, inseparables aliados hasta el final de su mandato. Calderón se trajo bajo la manga a Fabio Capello, un viejo conocido de la afición merengue. Con el férreo técnico italiano se logró la liga en la última jornada tras cuatro en blanco. Lo hizo frente al Barcelona de Rijkaard, aunque esto de Rijkaard es un decir, puesto que el técnico holandés había perdido cualquier control sobre el vestuario culé, que se desangraba mientras los Ronaldinho, Deco o Etoo se dedicaban a enmierdar y bajaban su rendimiento a la mínima expresión, dejando así escapar una liga que tenían ganada durante semanas.

Con todo, en la temporada 2007 el Madrid se mantendrá fiel a sus dos tradiciones del siglo XXI, sucumbir en octavos de final, esta vez frente al Bayern y cargarse a su entrenador haga lo que haga y gane lo que gane. Don Fabio (señalado por la prensa por algo tan grave como blindar el vestuario o "no jugar bonito") es cesado a pesar de acabar con la sequía de títulos más larga del club blanco. 

Continuará en The Damned Mouriño (II): Mouriño busca un nuevo hogar. Al Madrid le humillan en el suyo