domingo, 17 de octubre de 2010

Los huérfanos de Doom


Hace unos días Asia se convulsionaba con esta triste noticia: Choi Yoon-Hee, la sacerdotisa de la felicidad, se suicida junto con su marido.

Al ver la noticia en el muro de Facebook lo primero que se me pasó por la cabeza fue lo mismo que a cualquier otro: "qué ironía". Tras compartir con los colegas los típicos chistes ácidos de rigor, me dio por profundizar más en la historia. LLevo un par de días preguntándome a mí mismo: "¿Y ahora qué?"

Thulsa-Doom

Cuando pienso en los pobres infelices que se han dejado una importante pasta con los libros de auto-ayuda de esta "buena mujer", que era toda una celebridad en su Korea natal, se me viene a la cabeza el final de Conan el Bárbaro, que tantas veces he comentado con mi hermano Xeilord.

Sí, voy a destripar el final de esa obra maestra del cine épico así que si tú, querido lector, no la has visto todavía, te exijo que dejes de leer este post ahora mismo y te pongas a ello inmediatamente.

A lo que iba, como colofón a su venganza, Conan se planta delante del villano Thulsa-Doom para asesinarle por haber matado a sus padres y a todo su pueblo años atrás. Y allí, en lo alto del templo donde los seguidores de Thulsa-Doom se juntan para adorarle, Conan le decapita y lanza su cabeza, que rueda por las escaleras del templo.

Los allí concentrados son los huérfanos de Doom, los hijos de la locura. Tras ver a su amado líder morir parten en distintas direcciones. Perdidos, confusos, desencantados pues han perdido a su guía espiritual. Así supongo que se sentirían los miles de lectores de Choi Yoon-Hee. Eso contesta a mi pregunta. ¿Y ahora qué? Pues que te vas a casa con la cabeza gacha y la cara de gilipollas.

Y es que ya lo dijo el sabio padre de Conan a su hijo cuando éste era un zagal: "No somos dioses, ni gigantes, sólo hombres".

Por eso, cuando llega algún sabio a darnos consejos tenemos que hacer valer esa máxima que reza "de la verdad de la verdad la mitad de la mitad". Pues detrás del típico coleguilla que presume de sus ligues puede haber un tío fantasma que come una y cuenta veinte; detrás de cada triunfador que te da consejos sobre lo que tienes que hacer puede haber un capullo que no sabe dónde caerse muerto. Y, aunque suene jodido, detrás de una buena samaritana que predica cómo alcanzar la felicidad puede haber una pobre mujer desgraciada que termina por quitarse la vida.

martes, 5 de octubre de 2010

Pequeños grandes placeres

Hoy estoy de puente. Sí, estoy de puente porque ahora mismo ando por Lugo y allí es San Froilán. El tema es que es martes y todo el mundo trabaja en mi ciudad menos yo. Yo trabajaré esta semana dos días que los demás no lo harán pero hoy estoy tranquilo en casa.

A mi me encanta salir. Me gusta irme a tomar un café al Vecchio, de los pocos sitios en los que no se permite fumar y ello te permite disfrutar del aroma y sabor de un buen café con unas muffin de chocolate.



Pero hoy estoy en casa, viendo la tele, escribiendo en internet, leyendo un libro, haciendo el vago.

Hacer el vago es uno de los grandes placeres de la vida. Sé que no lleva a ningún sitio pero después de temporadas de tensión hacer el vago es necesario. Esta tarde además es mía. Estar solo también es muy necesario, es decir, no siempre, pero a veces uno necesita descansar de los demás, estar relajado en casa, contigo mismo con tu música, con tus libros y con tus pelis.

Hoy me acompaña Carlito Brigante, es decir Atrapado por su pasado. Un peliculón, una película que hace un binomio casi perfecto con El precio del Poder (Scarface). En ella tenemos a Al Pacino haciendo de ex-traficante que se quiere retirar, que quiere dejar el negocio, pero el negocio no le deja.


Esta película ha dejado algunos grandes momentos del cine y algunas cuantas frases como las que os pongo a continuacion:

Un favor puede matarte más deprisa que una bala...

Uno no se reforma, sólo pierde fuerza con el tiempo.

¿Cómo puedes joder a la única gente que se preocupa por ti?

El tema es que mi tarde no termina aquí, claro que no. En breve me vestiré, cogeré el coche, me daré una vuelta por el centro, iré a mis tiendas de comics favoritas y me daré un homenaje.

En definitiva, una gran tarde.