Uruguay vuelve a la excelencia

Los charrúas celebran su segunda juventud: campeones de la Copa América 2011, el tercer torneo de selecciones más importante del mundo, sólo superado por el Mundial y la Eurocopa. Después de tantísimos años sin tener protagonismo la República Oriental del Uruguay (así se llama oficialmente el país) vuelve a estar en el grupo de los Grandes del balón.

¡Felicidades Uruguay!

Me viene de lejos mi simpatía hacia los celestes. Siempre me ha fascinado que una nación pequeña en territorio (sobre todo si la comparamos con sus vecinos) y habitantes (3,5 millones) haya alcanzado futbolísticamente lo que ha conseguido Uruguay, que tiene en su haber 2 mundiales conseguidos de forma épica (todo el mundo ha oído hablar del Maracanazo). En cierto modo me apenaba que casi nunca estuviesen presentes en las citas mundialistas recientes y solía hacerles mi pequeño homenaje eligiéndolos en los típicos videojuegos de fútbol como el Kick-off o el Fifa. Pero se acabó lo virtual, los charrúas han vuelto y lo han hecho a lo grande: Cuartos en el Mundial de Sudáfrica y un año después los Forlán, Suárez y compañía son los campeones de su continente después de haber practicado un gran fútbol y derrotar a la correosa selección de Paraguay por 3-0 en una final en la que lo bordaron.



Son varias las teorías que tratan de explicar a qué se debe el éxito de este equipo. ¿Qué tienen estos tipos que encandilan y ganan? Los vecinos argentinos apelan a los "cojones uruguayos" como filosofía de su fútbol (y el principal motivo por el que Argentina sigue sin despegar). Si bien estoy de acuerdo en que la agresividad y la pasión son fundamentales a la hora de conseguir victorias, creo sinceramente que resumirlo todo a eso es demasiado simplista. Si algo caracteriza al fútbol latinoamericano (quizás con la excepción de Brasil) es que sus jugadores suelen ser muy aguerridos y conocen a la perfección el llamado "otro fútbol". De hecho, yo soy de la opinión de que si hay algo que nunca falta en los equipos argentinos es lucha y entrega.



No, existe algo más que hace de Uruguay una selección campeona. En primer lugar, es un país en el que el fútbol se vive de una manera muy particular. El lector podría contestarme a esto que eso es algo extendible nuevamente a toda Latinoamerica (esta vez, incluyendo también a Brasil) pero, creanme, cifras en mano, en verdad en Uruguay el fútbol es algo mucho más grande. La proporción de futbolistas federados en Uruguay supera con creces la de cualquier otro país del mundo. El lector nuevamente podría decirme que de ser esto un factor tan primordial Uruguay no llevaría décadas alejada del olimpo en el que antaño militó. Cierto es, por tanto necesitamos más factores que expliquen todo esto.



Otro aspecto que yo tendría en cuenta es el apostar por un modelo futbolístico y darle continuidad. La continuidad, esa gran desconocida (sobre todo en la Liga Española, donde en la agenda todo está apuntado "para ayer"). Oscar Tabárez (que ha entrenado a equipos de la talla de Peñarol y Boca Juniors) lleva construyendo un gran equipo desde 2006. Un año después de comenzar su era clasifica al equipo cuarto en la Copa América de Venezuela. En 2010 Uruguay entra en la fase final de un Mundial después de 3 intentos fallidos y termina saliendo por la puerta grande, con un meritorio cuarto puesto y un Forlán levantando el trofeo al mejor jugador. Ahora, en 2011, campeones de América.



¿Cuál es el techo de este equipo? Como español que cree que no hay nada imposible (a Sudáfrica me remito) creo que mis amigos charrúas no se deben conformar con mirar al cielo, tienen que ir a cogerlo con sus manos. Si se sigue apostando por lo que "El Maestro" Tabárez ha cimentado Uruguay puede ser candidata a alzarse con el Mundial de 2014 (ya saben lo que es ganar en Brasil contra todo pronóstico). Es cierto que presumiblemente faltará Forlán para esa cita (o, al menos, no estará a su mejor nivel) pero si hay algo que nos ha enseñado la Celeste en esta Copa de América es que el equipo y la idea priman por encima de las individualidades y los egos. ¡Ánimo Uruguay!