miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los españoles somos los nuevos ricos del fútbol


Los ecos de la goleada ante Portugal hace tiempo que se desvanecieron como el talento de Kevin Smith y comienzan a sonar las sirenas del Clásico "Barsa-Madrí", el único partido de La Liga que tiene alguna importancia (junto con el malogrado Oviedo-Sporting, imposible de repetirse por cuestiones logísticas).

Después de lo que la prensa portuguesa ha calificado como "un partido para la eternidad" (reíte de Borges, que diría Tangalanga) ni el mundo se ha parado, ni ha venido la FIFA a quitar la copa, ni la estrella (esa de la que tanto fardamos) se nos ha borrado de la camiseta. Al menos no de la oficial; si la compras en los chinos atente a que te den gato por vaca. Mal que le pese al vecino pobre, todo esto no ha sido más que un partido para engrosar las estadísticas, llenar las arcas de la Federación Española y aquí paz y después gloria. Gloria para todos menos para el "pobre" CR7, que se quedó sin mojar y se llevó un berrinche de los buenos.

Aun así, estas pachangas que terminan en paliza (como la de Argentina o Portugal) no son plato de buen gusto. Uno no sabe si preocuparse, cabrearse o tomarse todo a coña. Como selección ex-perdedora no tenemos guía para estos casos. Para bien o para mal los españoles somos ahora los nuevos ricos del fútbol. Es justo reconocer que no estamos acostumbrados a estar en la orilla buena, la de los que llenan la vitrina de algo más que victorias en partidos insustanciales. Antes los portugueses, o lo que es lo mismo, los i-lusos éramos nosotros. Y los españoles ricos, es decir, los ganadores, eran otros.

Todos recordamos como Mundial tras Mundial, decepción tras decepción, nos dedicábamos a "vengarnos" de las selecciones potentes (y también de las mediocres) que nos habían pintado la cara en los partidos oficiales, los que verdaderamente importaban. Acostumbrarnos a este nuevo papel de "selección grande" (o cuanto menos, on the shoulder of giants) llevará su tiempo. Hemos dejado de ser ese equipo simpático que jugaba como nunca y perdía como siempre para convertirnos en el rival a batir. No se puede tener todo pero ¡y lo que nos gusta decir eso de "cuando ganes un Mundial vienes y me lo cuentas"! Ya sólo por eso todo el sufrimiento pasado, presente y futuro merece mucho la pena. Al fin y al cabo, los Mundiales no están para ganarlos, sino para restregárselos a los demás. Y eso se goza cosa bárbara.

2 comentarios:

  1. Pues tu reflexíón tiene sentido, pero Radmains, sea como fuere, hay maneras de perder y de PERDER... y JODER !!!.. Somos los campeones del Mundo, no puede ser que nos metan un saco de goles cada vez que salimos por ahí de "bolos". Sin paños calientes, con Argentina y Portugal hemos hecho el ridiculo. Un saludo

    ResponderEliminar
  2. En ese sentido yo opino que antes nosotros éramos los campeones del mundo de amistosos, recuerdo ganar a Francia, a Argentina, etc... así que a partir de ahora lo único que importa es que cuando nos vean en un mundial se pensará, coñe, estos ya lo hicieron una vez, y al menos se nos mirará con respeto, los amistosos son eso, amistosos.

    ResponderEliminar