viernes, 26 de febrero de 2010

El espíritu de Seattle


Corría el año 1991, cuando un servidor estaba en 1º de BUP, es decir 14 añetes, y mi compañero de autobús y a la postre uno de mis mejores amigos me dejó escuchar un disco de un grupo que no conocía hasta ese momento, NIRVANA. En concreto el album Nevermind.


Por aquel entonces mi panorama musical era algo limitado. No quiero decir que no fuera bueno porque allí estaban Los Beatles, Bruce Springsteen, Dire Straits, algo de Metallica (Master o Puppets) grabado en una cinta que me dejó un amigo de un amigo, y, sobretodo, y más que otra cosa, música de sintetizador. Dento de este último género destaco sobre todos los demás a Jean Michel Jarre y a Vangelis.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, mi primer contacto con Nirvana y el grunge consistió en un auricular de oreja conectado a un Walkman en el autobús del colegio. A partir de ese momento mi percepción de la música cambió para siempre. Coincidía con el momento de cambio que yo mismo estaba atravesando con todas esas hormonas meneándose. Al fin y al cabo fue mi año de estirón, los estribillos de Nirvana, sin aportar nada que pudiera semejarse a mi vida, eran reinterpretados a mi antojo para incorporarlos a mis mantras personales.

Hay que reconocerles a los señores Kobain, Grohl y Novoselic haber introducido un cambio que desde la época de los Beatles no se daba. El Rock duro ya no sería lo mismo. En el Heavy Metal Bandas como Iron Maiden o los mismos Metállica se embarcaban en composiciones complicadas y largas mientras que este trio cambió el panorama dando un puñetazo en la mesa.

En aquella época, por aquello de no ser como los demás a parte de Nirvana tenía que escuchar otra cosa y eso me lleva a la famosa dualidad en la que siempre te metes en España, surgió otro grupo, del mismo lugar que Nirvana pero estos eran completamente diferentes, eran Pearl Jam. No se porqué la gente los comparó, supongo que por venir del mismo lugar, pero son como el día y la noche. Las composiciones de Pearl Jam llaman la atención por la melodía, la tristeza que emanaba y la rabia, pero rabia de algún modo contenida, no la rabia de Nirvana. Eso los hizo diferentes, y a mi modo de ver más audibles. A día de hoy no escucho apenas Nirvana pero Pearl Jam continúan siendo Banda Sonora de mi vida.


El grupo de Vedder haciendo un efecto red me abrió las puertas a otros grupos, como Soundgarden, que principalmente me entraron con Black Hole Sun. Pero el primer disco que tuve de ellos fue el Bad Motor Finger (Rusty Cage, Jesus Christ Pose, Room a Thousand Years Wide), un disco muy duro, muy directo y que sentaría las bases de mi introducción futura en el Heavy Metal por sus guitarras elaboradas y esos riffs pesados, pero eso...es otra historia.

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