jueves, 23 de junio de 2011

El Tiro del Tigre


Por fin llego el día del encuentro. Jugar no nos jugágamos nada más que la honra, que no es poco, pero fue un partido disputado de cojones. Deberían habernos filmado y haberle mandado la cinta a los del Manchester, para que no vuelvan a hacer el ridículo en una final de Champions como la de este año, panda de nenazas.

Fue un partido complicado porque física y tácticamente su equipo era más compacto que el nuestro. Tocaron con regularidad y durante gran parte del partido la pelota y las ocasiones les pertenecieron a ellos. Por fortuna para nosotros (tal y como pronostiqué anteayer) contábamos con Teo Sellers. David, que bien podría llamarse Goliath, se volvió gigante bajo los palos y hacía rebotar cualquier ataque contrario a base de interponer su enorme masa entre la pelota y la línea de gol. El resto peleábamos rabiosos, cuchillo entre los dientes, imitando las revueltas de Angola y Mozambique. Antifútbol total. Lobo Carrasco y D'Alessandro no dudarían en empalar nuestros cuerpos y quemarnos por semejante ataque "al espectáculo".

David Sellers ante el equipo rival

Cuando el fútbol no aparece toca tirar de épica y en nuestro equipo no había para mucho más. La escuadra la formaban dos irlandeses (con ganas pero poco arte) y un tipo que me parece era brasileño y no era malo del todo. Con el me asocié en varias ocasiones para crear peligro. Y estaba yo, claro, que a la postre fui fundamental aunque no me entregaran el MVP del partido (se lo dieron a uno del equipo contrario, ya os digo que jugaron mejor).

Comenzamos dominando el encuentro. A pesar de llevar tanto tiempo en el dique seco no me sentía mal del todo en el campo. La pista de parqué y las porterías como dios manda me gustaban Nos pusimos 1-0 pasados los minutos de tanteo. Por contra, la pelota botaba muchísimo y además estábamos jugando fútbol "indoor" completamente, o sea, que ni había corners, ni saques de banda, ni pollas en vinagre. El balón nunca paraba de moverse y poco a poco era consciente de que tocaría sudar de lo lindo. Con todo, aproveché mi primera oportunidad clara para hacer mi primer gol y poner a mi equipo 2-0. En un contragolpe que supe llevar muy bien engañé al portero haciéndole creer que pasaría y se la colé rasita a un palo. Marcado este gol ya me quité algo de presión de encima, acababa de mostrarle a los nuestros y a los otros que el "campeón del mundo" venía para quedarse

A partir de aquí nos relajamos y ellos, físicamente superiores, se fueron viniendo arriba y nos remontaron poniéndose 2-3. En ese momento pensaba que la cosa podía acabar mal pero nuestros irlandeses tiraron de huevos e hicimos el 3-3. Pensé "bueno, empezar con un empate no está mal" y, dispuesto a recoger mi mochila y largarme a la ducha, miré de reojo el reloj. "Quedan 20 minutos todavía!". Sudores fríos. Yo ya notaba el bajón propio de estar oxidado y acababa de joderme la rodilla izquierda en un regate estúpido (rollito pato borracho) en el que me pitaron falta a favor porque les di pena del guarrazo que me di.

Para darme ánimos tiré de hemeroteca épica y me acordé de Philip Callahan en "El Último partido juntos". Cogí un rechace, corrí por la banda como un poseso y puse el 4-3 de tiro cruzado. Golazo de "crack" (que fue lo que hizo mi espalda) pero mereció la pena. Ya fuese porque mi grito de dolor al celebrarlo les intimidó o porque el contrario también es humano, nos vinimos nuevamente arriba y nos fuimos al 6-3. En ese momento pensaba que, quedando poco como quedaba, estaba todo el pescado vendido. Desgraciadamente, los irlandeses no entienden el concepto de aguantar la pelota ante el contrario. Para ellos, el fútbol y el rugby se juegan de la misma forma, y no me refiero sólo a repartir estopa. Es decir, la táctica consiste en ir siempre hacia delante y atacar, que retroceder es de mariconas.

Por supuesto esto supuso más ocasiones para los rivales, que llegaron a empatarnos 6-6 con el tiempo cumplido y cantada de Teo Sellers, que venía de hacer un gran partido. Ese último gol fue un auténtico mazazo. Me quedé tirado en el suelo a ver si alguien se apiadaba de mí y nos íbamos de una vez a los vestuarios pero no había manera. Ya os digo que nos jugábamos la honra y si había que quedarse media hora más de horario laboral echando un "el que meta gol gana" se hacía y punto. A partir de aquí partido loco, correcalles y yo deambulando por el campo como un alma en pena. Ya ni corría, apenas podía tenerme en pie. He visto muñecos de futbolín con más brío que yo.

Pero el destino es caprichoso y quiso que un balón me cayese tras un ataque desesperado de los contrarios. Vi el pasillo entre la defensa y el portero y me dije "es ahora o nunca". Utilicé toda la reserva de energías en mi cuerpo para el mes de Junio y rompí mi empeine contra la pelota. Sólo me falto gritar "vais a morir todos!" en plan Mark Lenders pero os juro que mis intenciones asesinas eran las mismas que el bueno de Mark.

El balón se convirtió en un obús y se coló entre las manos del portero y el largero. "GOOOOOOOOOOOOOOOL joder hostia GOOOOOOOOL" creo recordar que fueron mis palabras (en perfecto castellano) al finiquitar el asunto. Ganamos 7-6, hago un hattrick, marco el gol de la victoria y me lesiono la pierna izquierda. Se puede ser más feliz? La próxima semana repetimos!

3 comentarios:

  1. La verdad es que no hay nada como una buena pachanguita como para volver a sentir que tienes 11 años.

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena Radmains !!!... Eres el orgullo de España :DD

    ResponderEliminar
  3. Grande Crack, grande, yo tb tengo ganas de un partidillo de pachangueo

    ResponderEliminar